Mientras lea la siguiente historia, piense en este enunciado: “Las batallas más grandes de la vida se libran todos los días en las cámaras silenciosas del alma de uno mismo “.
Cuando fui contratado para trabajar, una de las primeras cosas que noté... fue el ambiente de trabajo destructivo: nuestro departamento se manejaba a base de chismes, las personas ganaban influencia, poder y popularidad por tener el último chisme y compartirlo con todos los compañeros. En cuanto alguien salía del salón, se convertía en el tema de conversación. Cuando regresaba, y otro se retiraba, la conversación cambiaba de objetivo.
Cuando fui contratado para trabajar, una de las primeras cosas que noté... fue el ambiente de trabajo destructivo: nuestro departamento se manejaba a base de chismes, las personas ganaban influencia, poder y popularidad por tener el último chisme y compartirlo con todos los compañeros. En cuanto alguien salía del salón, se convertía en el tema de conversación. Cuando regresaba, y otro se retiraba, la conversación cambiaba de objetivo.
Pensé que había sólo dos opciones: escoger un lado o ambos y hacer chismes indiscriminadamente. Ahora me doy cuenta de lo débil que suena eso, pero era nuevo en la compañía y sentía la necesidad de ganar popularidad con los que ejercían el poder, pensé que actuaba de una manera tonta.
Entonces empecé a pensar más profundamente en el principio de asumir responsabilidad personal. Me vi varias veces en el espejo. Mi conducta era muy fea. Supe que necesitaba elegir interactuar con los demás en una forma diferente. ¿Pero, cómo? ¿Cómo romper el ciclo del que era parte y que dominaba la cultura de nuestra oficina? No me sentía cómodo con los chismes, pero no tenía idea de qué hacer al respecto.
Para ayudarme a saber qué hacer, me hice esta pregunta: “¿Cuál es mi papel en esta situación?” Sabía que primero era dejar una actitud que no ayudaba a los demás. Eso no era difícil de averiguar. Sin embargo, poner en marcha ese cambio era un poco más difícil.
Entendí que otros no sentían la necesidad de modificar su forma de ser y yo no podía cambiarlos, pero sí ser responsable de mi conducta [hábito 1: Ser proactivo]. Reconocí que tal vez la cultura de la oficina estaba temporalmente fuera de mi área de influencia. Pero como mi conducta no lo estaba, yo debía hacer algo al respecto.
Sabía que no iba a cambiar de la noche a la mañana, así que me propuse ser paciente. También compartí con mi esposa mi plan para mejorar. Ella me alentaba cada día, aunque fallé casi todos mis intentos al principio. Pese a ello, debía seguir confrontándome y diciéndome: “Aquí están, el estímulo, la respuesta y la oportunidad de actuar en el centro. Hasta ahora, no estoy haciendo esto”, Entonces aprieto los dientes, me muerdo la lengua y pienso: “Tengo muchas opiniones sobre esa persona, pero no voy a externarlas”.
El chisme es tan tentador que te envuelve antes de siquiera darte cuenta. Yo sabía que tenía que alejarme. Aunque suena muy sencillo, encontré muy difícil ejercer consistentemente mi integridad [hábito 3: Poner primero lo primero].
Eventualmente me gané la reputación de no contribuir a los chismes. Las personas empezaron a confiar en mí, ya que sabían que el chisme no prosperaría conmigo. No he superado por completo el placer de escuchar sobre la vida de otras personas y aún lucho con mi tendencia de querer escuchar. Pero cuando menos he progresado, estoy mejorando.
“Después de tantos años de enseñar la idea de la cuenta de banco emocional, el depósito que parece tener más atención y respuesta es el de la idea de ser leal al ausente, es decir, no hablar mal de las personas a sus espaldas. Pienso que esto golpea duro a muchos porque es una conducta que en general les gusta y de la cual consiguen sus alegrías psicológicas. Internamente saben que no deberían hacerlo, pero han llegado a creer que no hablar mal es sólo tratar de ser leal al ausente. Otros elementos incluyen hablar bien de él, planificar un tiempo para comunicar y retroalimentarlo, así como respetar su punto de vista”.
“Respetar la ausencia del otro, mas allá de ser un gesto de generosidad es en esencia un acto de valentía, solo, aquellos con la capacidad de llenarse de coraje pueden alcanzar tan sabia y elegante postura, aquella capaz de vencer las tentaciones del ambiente y la morbosidad del momento, y lograr así de manera consistente, mantener su dignidad e integridad intactas muy a pesar de las circunstancias”.
Proverbios 11:13 El que anda en chismes descubre el secreto;
Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.
Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.
(Gracias Ricardo López por el material)
comentarios
0 Responses to "Adicción al Chisme"Publicar un comentario