2 de agosto de 2008

NADA QUE PERDER


Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos. ¡Ay del impío! mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado.

– Isaías 3:10-11

¿Se ha sentido temeroso de entregarse totalmente al Señor porque piensa que podría privarse de algún placer en esta vida? Hay muchas posibilidades de que sí. Eso se debe a que Satanás trabaja tiempo extra para convencerle de que él puede hacer que su vida en realidad tenga mérito. Pero no le crea ni por un instante. La verdad es que rendirse por completo al Señor no le costará nada que valga la pena tener. Sólo hará que usted viva su vida en abundancia.

La vida de Jesús sobre la tierra fue un ejemplo perfecto de una vida totalmente entregada. Él fue un ejemplo vivo de los beneficios que trae el vivir santamente. A dondequiera que iba, Jesús hizo a los sordos oír, los ciegos ver, los paralíticos caminar. Él vivió en perfecta paz y absoluta victoria.

Todo eso me parece muy bien. Todo lo que Jesús se perdió fue que el diablo tuviera dominio sobre Él para matar, hurtar y destruir. De hecho, el diablo no pudo hacerle nada hasta que, por la voluntad del Padre, Jesús dio su vida. Hasta esa hora Jesús anduvo en victoria total sobre el enemigo.

¿Cree usted que se perdería mucho si viviera de esa manera? ¡Claro que no! Al igual que Jesús, usted puede andar en la misma unción, el mismo poder y la misma gloria de Dios.

¿Tiene que abandonar toda su vida para hacerlo? ¡Sí! Usted tiene que cambiar su vida por la vida de Dios. Tiene que cambiar su enfermedad por la sanidad, su pobreza por la pros¬peridad, su inquietud por la paz y su pecado por la justicia.

Por lo tanto, ¿por qué dudar? Al fin de cuentas, francamente usted no tiene nada que perder.

Salmo 37:7-23

Gracias Odille!

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