26 de febrero de 2010

DE FE EN FE


El amor de lujo de Dios
Kenneth Copeland
Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
– Deuteronomio 28:2
Hay creyentes que esperan muy poco de Dios en cuanto a lo material. Confían en que Él les dará alimento y vestido, pero no confían en que se los dará en abundancia.
Por alguna razón, se han formado la idea de que Dios es un viejo tacaño que les dará algo más que harapos para vestir y frijoles para comer. Pero eso no fue lo que el Señor dijo. En Mateo capítulo 6 Jesús dice que Dios nos vestiría mejor que a Salomón. Esas palabras son suficientes para demostrar que Dios quiere no solo darnos las cosas básicas de la vida, sino también bendecirnos abundantemente. Yo lo sé por experiencia personal.
Un día - hace algunos años - , llegué a la casa y encontré dos automóviles costosos estacionados a la entrada del garaje. Me los habían regalado unos hermanos que habían sido bendecidos por el Señor por medio de mi ministerio. Me quedé estupefacto. "Señor - le dije - , no necesito estos automóviles. No te los había pedido, y no están dentro de mis planes. ¿Qué están haciendo aquí?"
Entonces el Señor me habló al corazón, diciendo: "¿No has leído alguna vez el pasaje en Deuteronomio que dice que las bendiciones vendrán y alcanzarán a quienes oigan mi voz?"
"Sí", le respondí.
"Bueno, hijo - me dijo Él - tú acabas de ser alcanzado".
¿Estoy diciendo que Dios me dio esos automóviles costosos sólo para que los disfrutara? Sí, eso es exactamente lo que estoy diciendo.
En 1 Timoteo 6:17 dice que Dios "nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos". Dios es un Padre amoroso que se complace grandemente en bendecir a sus hijos. Desde nuestro punto de vista, Él es demasiado generoso. Pero no se inquiete por ello, Él puede darse ese lujo.
Una vez que usted de veras crea en la generosidad de Dios y oiga su voz, las bendiciones lo alcanzarán también a usted.
Scripture Reading: 1 Reyes 10:1-24
1ra. de Reyes
Capítulo 10
10:1 Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.
10:2 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.
10:3 Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.
10:4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
10:5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.
10:6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;
10:7 pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.
10:8 Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.
10:9 Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.
10:10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón.
10:11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de sándalo, y piedras preciosas.
10:12 Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.
10:13 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.
10:14 El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro;
10:15 sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.
10:16 Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido; seiscientos siclos de oro gastó en cada escudo.
10:17 Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano.
10:18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.
10:19 Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.
10:20 Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante.
10:21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada.
10:22 Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
10:23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la ti
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