8 de septiembre de 2010

Confianza en la cuerda floja


A mediados del siglo XIX, el volatinero Blondin se disponía a realizar la más atrevida actuación que intentara jamás. Extendió un cable de acero de cinco centímetros de grosor a lo ancho de las cataratas del Niágara. Cuando lo hizo, una gran multitud se juntó para verlo. Les preguntó a los espectadores: “¿Cuántos creen que puedo llevar sobre mis hombros el peso de una persona a través de este precipicio?”

La gente gritó y aplaudió, creyendo que podía realizar esta difícil proeza. Blondin levantó un saco de arena que pesaba unos ochenta y dos kilos y lo llevó sobre sus hombros a través de las cataratas. Ambos llegaron sanos y salvos al otro lado.

Entonces Blondin preguntó: “¿Cuántos creen de verdad que puedo cruzar el precipicio cargando una persona?”. Una vez más, la multitud lo aplaudió. “¿Quién de ustedes saltará sobre mis hombros y me dejará llevarlo por las cataratas?” La multitud guardó silencio. Todo el mundo quería verlo llevar a una persona por la catarata, pero nadie deseaba poner su vida en las manos de Blondin.

Al final, avanzó un voluntario dispuesto a participar en esta hazaña para desafiar la muerte. ¿Quién era esta persona? Era el representante de Blondin que hacía muchos años conocía en persona al volatinero.

Mientras se preparaban para cruzar las cataratas, Blondin le instruyó a su representante: “No debes confiar en tus propios sentimientos, sino en los míos. Sentirás el deseo de volverte cuando no tienes que hacerlo. Y si confías en tus sentimientos, nos caeremos los dos. Debes convertirte en parte de mí”. Los dos cruzaron al otro lado sanos y salvos.

Norman MacLeod se expresó de la siguiente manera una vez: “¡Ánimo, hermano! No des un paso en falso, aunque tu camino sea oscuro como la noche; hay una estrella para guiar al humilde, confía en Dios y haz lo bueno”. Palabras sabias inspiradas en la confianza y fe en Dios. Cristo Jesús nos dio, y nos sigue dando a través de los siglos, las mismas instrucciones cuando nos pide que confiemos en ÉL en las situaciones difíciles: “No confíes en tus propios sentimientos; confía en mí para pasar esta prueba”.

Yo sé en quién he puesto mi confianza; y estoy seguro de que ÉL tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado. 2 Timoteo 1:12

Tomado de: Momentos de quietud con Dios

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