23 de octubre de 2010

La Eficiencia como meta...


Seguramente haz escuchado los términos Periódico y Perpetuo. Periódico se refiere a lo que se hace con frecuencia o con regularidad, o que se realiza cada cierto tiempo. Perpetuo es cuando algo dura para siempre, toda la vida, es ilimitado.

En economía resulta interesante el término. Periódico se refiere a la época en la que se realiza el inventario (por lo general al final del año) y su registro contable se actualiza, por lo general, una vez al año, tiene la dificultad de que a la hora de buscar mercancías, hay que contarla físicamente para localizarla y tiende a ser tedioso. Perpetuo es el inventario que siempre está actualizado, que no se demora, que está al día, que se sabe donde está la mercancía. Es el que se prefiera a la hora de llevar un registro.

Por lo general, también nosotros realizamos “inventarios” de nuestra situación financiera y hasta espiritual. Ya que mencionamos esta última, fíjate que siempre que se acerca diciembre, gastamos, compramos, dilapidamos, esperamos doble sueldo o bonificación y, el 31 de diciembre de cualquier año nos prometemos: Bajar de peso, ahorrar, terminar la carrera, comenzar un curso, reparar el carro o la casa, proponerle matrimonio a nuestra novia o pareja, etc., etc., etc., y un largo etc.…

Esto es un inventario espiritual periódico que tiene la consecuencia de ser olvidado pronto. El inventario espiritual perpetuo nos hace pensar a diario cual es nuestra situación con El Jefe, El Hombre de la Barba Blanca, El que sabe, El Todopoderoso o Dios, el Padre Celestial.

El Padre Celestial, en su infinita misericordia, y viendo como el hombre hacía su inventario una sola vez, se propuso enviar a su hijo único Jesús, para pasar inventario de nuestras vidas una sola vez, de tal forma que por esa sola vez tenemos acceso a Dios. Es por esa razón que podemos hacer una análisis de nuestras vidas y considerar ¿estoy yo solo recordando a Dios cuando tengo un problema o a fin de año? O ¿cada día le adoro y le busco? No te engañes, pídele que te examine y ábrele las puertas de tu “empresa” (tu vida) para que tengas un cierre espiritual de salvación eterna en Jesucristo.

Salmo 139: 23 “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos;”

Leandro Ferreras

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