CADA TENTACIÓN ES UNA OPORTUNIDAD PARA HACER EL BIEN
En el camino hacia la madurez espiritual, hasta la tentación llega a
ser un escalón más que una piedra de tropiezo cuando comprendes que
puede ser tanto una ocasión para hacer lo correcto como para hacer
lo incorrecto. La tentación solamente proporciona una elección.
Aunque es el arma principal de Satanás para destruirte, Dios quiere
usarla para tu desarrollo. Cada vez que escoges hacer lo bueno en
lugar de pecar, estás madurando en el carácter de Cristo.
Para entender esto, primero debes identificar las cualidades del
carácter de Jesús. Una de las descripciones más concisas de su
carácter es el fruto del Espíritu: "Cuando el Espíritu Santo
controla nuestras vidas, Él producirá este tipo de fruto en
nosotros: amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre, y autocontrol" Gálatas 5:22-23.
Estas nueve cualidades son una ampliación del Gran Mandamiento y
describen un hermoso retrato de Jesucristo. Él es perfecto amor,
gozo, paz, paciencia, y todos los otros frutos incorporados en una
sola persona. Tener el fruto del Espíritu es ser como Cristo.
¿Cómo, entonces, produce el Espíritu Santo estos nueve frutos en tu
vida? ¿Los crea al instante? ¿Te despertarás un día y te llenarás
de repente de estas características totalmente desarrolladas? No.
La fruta siempre madura y llega a su punto lentamente.
La siguiente frase es una de las verdades espirituales más
importantes que podrás llegar a aprender alguna vez: ¡Dios
desarrolla el fruto del Espíritu en tu vida, permitiéndote
experimentar circunstancias en las que seas tentado para producir
exactamente la cualidad contraria! El desarrollo del carácter
siempre involucra una elección, y la tentación proporciona esa
oportunidad.
Por ejemplo, Dios nos enseña a amar poniéndonos personas
desagradables a nuestro alrededor. No requieres fuerza de voluntad
para amar a las personas que son encantadoras y amorosas contigo.
Dios nos enseña el verdadero gozo en medio de la tristeza, cuando
nos volvemos a Él. La felicidad depende de las circunstancias
externas, pero el gozo está basado en tu relación con Dios.
Dios desarrolla la paz verdadera dentro de nosotros, no haciendo que
las cosas vayan de la manera en que lo habíamos planeado, sino
permitiendo tiempos de caos y confusión. Cualquiera puede tener paz
observando un hermoso ocaso o descansando cuando está de
vacaciones. Aprendemos la paz verdadera cuando escogemos confiar en
Dios a pesar de las circunstancias cuando estamos tentados a
preocuparnos o a tener miedo. De igual modo, la paciencia se
desarrolla en las circunstancias que nos obligan a esperar, cuando
estamos tentados a enfadarnos o a punto de explotar.
Dios utiliza la situación opuesta de cada fruto para que tengamos la
posibilidad de elegir. No puedes decir que eres bueno si nunca has
sido tentado a ser malo. No puedes decir que eres fiel si nunca has
tenido la oportunidad de ser infiel. La integridad se construye
derrotando la tentación a ser deshonestos; la humildad crece cuando
nos negamos a ser orgullosos; y desarrollas la paciencia cada vez
que rechazas la tentación de rendirte.
¡Cada vez que derrotas una tentación te pareces más a Jesús!
7 de octubre de 2010
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