FRUTOS

“Por sus frutos los conoceréis. Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos”. Mateo 7:7-8

Identificar un árbol por los frutos que produce es un principio que Jesús establece para conocer a las personas que nos rodean. Es una de las maneras más efectivas para poder discernir la intención del corazón y el estilo de vida de la gente. Todo lo que hacemos tiene un peso muy fuerte en la valoración que alguien puede llegar a tener de nosotros porque en la manera en que reaccionamos frente a distintas situaciones de la vida será la clave para que nos identifiquen como verdaderos hijos de Dios.

Cuando tenemos intimidad con Dios no necesitamos publicitarlo o jactarnos de ello, porque esa relación que decimos tener se evidenciará en la madurez que exhibamos cuando testificamos, no con palabras, sino con acciones, que en definitiva son el resultado de que hemos sido transformados. Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis” y esa fructificación debe mostrar el tipo de relación que tenemos con Dios. No se trata simplemente de decir “soy cristiano” o “voy a tal iglesia” porque eso garantiza que realmente tenemos una relación con Dios, mas bien se trata de la manera en que reaccionamos frente a situaciones de crisis, rindiendo nuestra voluntad y nuestro caracter al señorío de Jesucristo y permitiendo que la vida de Dios se ponga de manifiesto en nuestras vidas para conducirnos como es digno de uno que se hace llamar CRISTIANO. “Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Mateo 7:13-14

A la mayoría de las personas que aun no han tenido un encuentro con Jesús les resulta difícil entender la necesidad de buscar el rostro de Dios en oración cada día, sin embargo, la intimidad con Dios a través de Jesucristo y la exposicion ante su Santa Palabra, son elementos que harán que en nuestras vidas se produzcan buenos frutos. Debemos tener claro que esto no se trata de pertenecer a una religión o denominación, o practicar rituales o rutinas religiosas; se trata de tener una relación íntima con el Dios de la Biblia. Si ponemos nuestra mirada en las circunstancias es casi seguro que no podremos vivir la vida abundante que Dios promete, porque nuestra fe no debe estar basada en las cosas que vemos sino en el sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario. "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo". Efesios 4:13

Dejemos atrás todo lo que nos impide continuar por la ruta de la fe y permitamos que la Palabra de Dios penetre a nuestros corazones, de manera que los frutos que se manifiesten en nuestras vidas sean los que pongan de manifiesto el verdadero carácter de alguien que ha nacido de nuevo. “En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Gálatas 5:22-23