Los médicos le diagnosticaron que nunca caminaría. En efecto (cuenta ella) por terquedad comenzó a caminar a los 12 años. Hasta esa edad usaba una silla de ruedas, se cansó de la silla e intentó dar sus primeros pasos. Luego le dijeron que usara un andador porque nunca caminaría apoyada de sus dos pies. Por terquedad dejó el andador y ahora usa un bastón. Solo necesita ayuda para subir escaleras o a vehículos. Le dijeron que no la aceptarían en ninguna universidad por su discapacidad. Ganó una beca en una y estudia en otra, en la última ganó un caso por discriminación por su condición física.
Qué le motivó a esta joven a lograr todo esto? Su deseo de caminar, su terquedad y su oposición a que le digan “no” y ver como otras personas sanas físicamente no hacen nada productivo en sus vidas.
Como Andie, hubo una mujer que, por su terquedad insistente logró que un juez le hiciera caso. De hecho, día y noche se le aparecía en todo lugar gritándole “hazme justicia”. No era un juez cualquiera. Era uno que no temía a Dios, ni respetaba hombre alguno; pero por la insistencia de esta mujer (así como Andie) este hombre tuvo que acceder a los ruegos e insistencia de esta mujer que, Jesús cuenta en Lucas 18.
Dice Jesús “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” Es evidente que Dios desea bendecir tu vida, desea librarte del mal, desea que tu esposa o tu esposo cambie. Pero Él desea que clames a Él, que seas terco o terca, que no desmayes y que tengas fe.
Se terco en hacer lo bueno, no desmayes en hacer el bien, ¿tu problema es grande? Dios es mayor!! ¿Tu deuda te agobia? Cambia tu estilo de vida, ahorra y paga tus compromisos, pero clama a Dios. Tu terquedad en insistir te bendecirá.
Lucas 18: 1 al 8
“Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿hallará fe en la tierra?
Facilitado por: Leandro Ferreras
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